La charrería, representa uno de los elementos de identidad y cultura popular mexicana. Entre las características del charro, algunas se relacionan con su valentía, fortaleza mental, vitalidad física, fenotipo masculino, sombrero ancho, espuelas de plata, afición al tequila, sentirse orgulloso de su indumentaria y trovar a pecho abierto canciones y coplas rancheras, acompañado de mariachis y huapangueros. “Soy el charro mexicano/, noble, valiente y leal…sencillo, valiente y sano” dice Jorge Negrete en una de sus interpretaciones que aparecen en la película No Basta ser Charro (1946), musicalizada por el trovador tamaulipeco Ernesto Cortázar.
Desde hace muchas décadas, la versería popular relacionada con los charros está presente en la imaginación de sus compositores y cantantes. Canciones, dichos, poemas, corridos, coplas y décimas son testimonio creativo que rebasa las fronteras literarias. La charrería como es de nuestro conocimiento, es la fiesta o el deporte mexicano por excelencia. Es el rostro del pasado reciente montado a caballo, o la práctica campirana relacionada con los vaqueros y arrieros de ganado a través de caminos, praderas, cañadas y serranías.
La charrería es también expresión afectiva y amorosa, ejercida con toda la intensidad en los versos dedicados a la mujer amada. Las metáforas, marcan la ruta de la poesía popular que transita por las venas picarescas de los troveros mexicanos.
Comadre cuando yo muera
haga de mi boca un jarro,
y cuando tenga sed, beba;
si a los labios se les pega
son los besos de su charro.
Alma de poeta y charro
Desde la década de los cincuenta del siglo pasado, junto a su hermano Manuel -campeón nacional de charrería en jineteo de toros en 1959 en Puebla-, el aún adolescente Fernando Méndez Cantú demostró su afición desmedida a los caballos y práctica de la charrería. Sus inicios en las suertes en los jaripeos de potros y toros, fue posible gracias a su vecino el ingeniero Jorge Bello López propietario de varios equinos a quien observaba ensillarlos.

En esa época, la actividad de la fiesta charra era fomentada por José Martínez y Martínez, Manuel Sámano, Isidoro Sámano, Felipe Valdez Ramírez y otros personajes de la localidad. La mayoría de ellos, crecieron en el contexto campirano de haciendas y ranchos ganaderos propiedad de sus ancestros.
Fernando Agustín es hijo de Manuel Méndez Macías y Concepción Cantú Tijerina, vecinos del Barrio del 18, donde pasó el resto de sus días el obispo en retiro Eduardo Sánchez Camacho. Su familia se caracterizó por su esfuerzo social, raigambre nacionalista y apego a valores y tradiciones del pueblo de México. Cursó estudios de educación primaria y secundaria en el Colegio José de Escandón (1953-1959; 1959-1961). Posteriormente cursó el bachillerato en la Escuela Nocturna para Trabajadores por Cooperación (1961-1963).
En aquel entonces, Victoria apenas rebasaba los sesenta mil habitantes y prácticamente circunscribía su urbanismo al sector actualmente conocemos como primer cuadro de la ciudad. Parte del entretenimiento de los pobladores, eran los famosos bailes de graduación de la Escuela Industrial Álvaro Obregón y normales Federalizada y Tamatán, los desfiles de carnaval, el cinematógrafo, los juegos dominicales del equipo de futbol Cuerudos y aquellos paseos juveniles en plazas de la localidad.
Joven aún, con deseos de ganarse la vida y búsqueda de nuevas experiencias, al concluir sus estudios preparatorianos se trasladó a Nuevo Laredo, Tamaulipas donde cursó la licenciatura de Contador Público y Auditor en la recién fundada Facultad de Comercio (1963-1968), perteneciente a la Universidad de Tamaulipas. Paralelamente, durante varios años, alternó sus tareas educativas con la práctica profesional de la charrería “de a pié”. Es decir, en el manejo del floreo de reata, magistrales manganas, lazo de yeguas salvajes y otras suertes. Por esos años, ingresó como fundador al Conjunto Típico Tamaulipeco.
A partir de los años setenta, se incorporó a diversas tareas dentro de la administración pública estatal. Fue Jefe de Servicios Federales de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (1972-1974); Director del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia o DIF Tamaulipas (1975-1981); Representante de la Dirección del Gobierno de Tamaulipas. Secretaría de Gobernación (1993-1999). En 1970 fundó junto a otros profesionistas del mismo ramo, el Instituto de Contadores Públicos de Tamaulipas.
Posteriormente se incorporó a tareas del sector privado en la Agencia de la Cervecería Modelo de Ciudad Victoria. Fue Presidente del Consejo Estatal de Participación Ciudadana en Seguridad Pública y primer síndico del Ayuntamiento de Victoria, durante la administración presidencial del licenciado Alejandro Etienne Llano. En febrero de 2016, en una sesión solemne de Cabildo y ante la presencia de los tres poderes políticos representativos del Estado de Tamaulipas, asumió el cargo de Presidente Municipal de Victoria. Vale decir que para desempeñar esta responsabilidad del sector público y concluir el período del trienio (2013-2016), fue designado por acuerdo durante una asamblea de diputados integrantes del Congreso del Estado.
Trovador y Decimista Huasteco de Corazón
Paralelamente a las diferentes actividades realizadas a lo largo de su vida, destaca su afición a la poesía o versería popular, generalmente acompañado de tríos de sones huastecos. En este caso, a lo largo de varias décadas se ha dedicado a la composición de décimas huastecas, logrando importantes reconocimientos a su trayectoria por diversas instituciones culturales. Su variada versería en rimas y coplas, aborda ingeniosamente aspectos de la cultura huasteca por ejemplo gastronomía, música, historia, personajes, paisajes naturales y sitios turísticos.
Fernando tiene un destacado trabajo como promotor cultural independiente. Está afiliado a la Asociación Cultural del Tamoanchan, A. C. cuyo objetivo social es la promoción y divulgación de las tradiciones culturales y versería lírica huasteca. En octubre de 2024, este organismo que preside Rubén García Aguilar le otorgó la Medalla al Mérito David Jorge Celestinos Isaacs.

Desde hace más de siete décadas, Méndez Cantú es miembro de la Asociación de Charros “General Pedro José Méndez, A.C.” y de la Asociación Ganadera de Victoria. Reconocido ensayista sobre temas relacionados con nuestras tradiciones culturales, música, gastronomía, léxico y poesía popular. Además de pertenecer a la Peña Charra Delegación Tamaulipas (A.C), fomentada por el ingeniero Rubén Terán y sus hijos Rubén y Rodolfo Terán Saucedo.
Parte de su interesante legado literario, se puede consultar en libros, revistas, periódicos y antologías entre las que destacan. Campeadas y Similares (2002), La Huasteca de Tamaulipas en la Décima (2012) y otros. El Consejo Técnico del Instituto Mexicano del Seguro Social, Delegación Tamaulipas le otorgó la jubilación el 30 de abril de 2009. Contrajo matrimonio con Margarita Pintado Vázquez en 1969. Actualmente es consultor en administración.
La flor de pita
La flor de pita, su fruto,
se conoce como “chocha”,
que en el paladar derrocha,
el sabor que yo disfruto.
Por eso es que si me inmuto,
cuando en el monte la veo,
de mi jumento me apeo,
arrimándome a cortarla,
para después saborearla,
pues comerla es mi deseo.
Para bajar una “chocha”,
en la punta le atarás,
una lazada que harás,
a una varenga o garrocha.
Un tironcito la mocha,
después de haberla lazado,
y aquél fruto codiciado
en tus manos lo tendrás,
más tarde lo comerás,
desde luego, bien guisado.
La “chocha” conbuen recaudo,
ajo, cebolla y “piquín”,
bien guisada es un festín,
que a la cocinera aplaudo.
Otro plato pido raudo,
para mi gusto colmar;
por eso salgo a campear
y voy poniendo cuidado,
porque siendo afortunado,
otra “chocha” he de encontrar.
(FMC)
(FR/AM)