A propósito del brutal asesinato del popular activista político conservador Charlie Kirk—gran aliado de Trump, cofundador de la organización sin fines de lucro Turning Point USA y quien fuera una influyente figura del movimiento MAGA (Make America Great Again)—durante un evento en la Universidad del Valle de Utah, se han desatado diversas reacciones que dividen aún más a la extremadamente polarizada sociedad estadounidense y a su clase política. A este respecto, Stephen Miller, subjefe de gabinete de la Casa Blanca para políticas y asesor de seguridad nacional, manifestó la semana pasada, en el canal Fox News, lo siguiente: «Vamos a hacer lo que sea necesario para desmantelar las organizaciones y entidades que están fomentando los disturbios, que están divulgando información personal y que están tratando de inspirar el terrorismo».
Esta declaración—que utiliza claramente la palabra “terrorismo”—se suma a toda una serie de respuestas amenazantes por parte de influyentes políticos conservadores estadounidenses a lo que consideran “la peligrosa retórica de la izquierda”. Lo que dice Miller no es una expresión aislada, sino una más que se suma a la retórica actual de la derecha estadounidense después del asesinato del Kirk y el de Iryna Zarutska—refugiada ucraniana, a manos de un hombre con numerosos antecedentes penales en Charlotte, Carolina del Norte. Estos eventos alimentan la polémica conservadora—y su ataque a las bases progresistas (o de izquierda) estadounidenses—como nunca antes. Ello sucede en un momento clave; es decir, cuando el ejecutivo estadounidense, encabezado por Trump, envía a las fuerzas del orden federales, incluyendo a los militares, a las ciudades de Washington y Los Ángeles, y amenaza con desplegar a la Guardia Nacional a Chicago para supuestamente mantener de nuevo “ley y el orden” en esos espacios.
Lo ocurrido en Estados Unidos en los últimos días y meses es demasiado preocupante; para algunos, es escalofriante. Hay quienes han hablado incluso de la posibilidad de una guerra civil por la enorme polarización social y política que parece no tener precedentes en la era moderna en la Unión Americana. Pero lo que dice Miller, si se lee con cuidado, va mucho más allá del espacio nacional y podría tener efectos fuera de las fronteras de Estados Unidos. Miller utilizó el término “terrorismo” en su respuesta al asesinato de Charlie Kirk y sugiere acciones definitivas contra las organizaciones y entidades que lo promuevan. Sabemos perfectamente lo que sucede cuando Estados Unidos le declara la guerra al terrorismo. La utilización de su aparato militar parece una respuesta obvia a esta amenaza hoy—dentro y fuera de las fronteras de Estados Unidos. Para combatir lo que considera “terrorismo doméstico”, parece ser que Trump militarizará las principales ciudades del país, empezando por aquellas encabezadas por gobiernos progresistas. Trump también parece dispuesto a combatir el terrorismo internacional, y ahora, lo hará en América.
Recién comenzó su segundo periodo presidencial, Trump denomina organizaciones terroristas extranjeras a los cárteles mexicanos y otras organizaciones criminales de América Latina (como el Tren de Aragua, el Cártel de los Soles, la Mara Salvatrucha, los “Choneros” y los “Lobos”). Ello no parece formar parte de una estrategia bien pensada y efectiva para hacer frente a la crisis del fentanilo y las adicciones a las drogas sintéticas en general en Estados Unidos. La actual lucha contra el terrorismo parece ser parte de una estrategia militarista para reforzar el control territorial (con fines geopolíticos y de geoestrategia) de Estados Unidos en América. No obstante que la denominación misma de narcoterrorismo no tiene efectos extraterritoriales, las acciones del gobierno de Trump parece que van más allá de lo posible. Las fuerzas armadas estadounidenses, además de desplegarse al interior del país para asegurar de nuevo la “ley y el orden”, se preparan para el ataque frontal a los carteles, el Tren de Aragua (sea lo que sea) y el Cártel de los Soles—que parece equivale al gobierno de Venezuela.
La lucha contra el terrorismo de Estados Unidos en América puede que toque a México tarde o temprano, no importa lo que hagan (u ofrezcan al vecino país) Claudia Sheinbaum y su mano derecha Omar García Harfuch. Ya lo había anunciado Trump desde 2017 y lo ha repetido varias veces: irá contra los “bad hombres” con “sus hombres”, con o sin permiso de México. Ahora los narcos mexicanos son miembros de organizaciones terroristas extranjeras según el gobierno de Estados Unidos y, según reportes de las agencias de seguridad de ese país, éstos son protegidos por algunos influyentes políticos mexicanos. Así como se deben cuidar Maduro y Venezuela, se deben cuidar México y algunos políticos del partido Morena. La propaganda del terrorismo se vuelve una realidad militarista en América; Estados Unidos posiblemente declarará la guerra.
(GC/AM)