José Rafael Balandrano Balandrano nació en Ciudad Victoria, Tamaulipas el 22 de diciembre de 1893, donde fue bautizado en la iglesia de Nuestra Señora del Refugio por el sacerdote Felipe de Jesús Velázquez. Hijo de Filiberto Balandrano Pérez y Enedina Balandrano Prieto. Realizó sus primeros estudios en la Escuela Primaria Anexa a la Normal donde fueron sus maestros Silverio de Jesús Zamudio y Zenón Araujo. Pertenece a las primeras generaciones de maestros egresados de la Escuela Normal de Profesores (1906-1912) que formaba parte del Instituto Científico y Literario de Tamaulipas, donde era catedrático el poeta y periodista liberal Juan B. Tijerina.

Al concluir su carrera en 1913 se incorporó como ayudante de maestro en la Escuela Anexa de Varones de la capital tamaulipeca. Posteriormente se le designó Director de la Escuela Elemental Justo Sierra de la misma ciudad (1918). Entre 1924 y 1950, año de su jubilación fue maestro de la Escuela Normal y Preparatoria y director de la Escuela Secundaria Nocturna para Trabajadores. Gracias a su vocación pedagógica en 1938, durante el período de la educación socialista decretada por el presidente Lázaro Cárdenas asumió la dirección de la Escuela Normal de Maestros -actual Normal Federalizada de Tamaulipas-.
Revolucionario Constitucionalista
En esa época, motivado por su padre y familiares el joven maestro ingresó a las filas del ejercito constitucionalista al mando del general y gobernador provisional de Tamaulipas Luis Caballero. Ciudad Victoria era campo de batalla entre las tropas revolucionarias carrancistas y federales, estas últimas afines al gobierno de Victoriano Huerta. En 1916 fue nombrado director de la Escuela Primaria de Varones Anexa a la Normal y dos años más tarde, gracias a la recomendación del profesor Maximiliano Hernández Garza se le asignó el mismo cargo en otro plantel educativo de la localidad. No obstante, el escenario y problemática política y militar, Balandrano fue ratificado en sus cargos. En 1919 diseñó con la joven profesora Olivia Ramírez el Programa Detallado de Aritmética para alumnos de primaria.

Como se menciona en su amplio expediente de trabajo, bajo resguardo de la familia Balandrano, en dicha institución formadora de docentes estuvo a cargo de las cátedras Ciencia de la Educación, Francés, Historia de la Educación, Ética y Estética, Organización y Estadística Escolar. En este contexto, al paso de los años sus exalumnos lo recordaron como un catedrático ameno, inteligente y con amplios conocimientos sobre el tema que desarrollaba.
Era aficionado a la poesía y declamación, por lo cual formó un grupo literario llamado Los Gavilanes. Sus abundantes lecturas de novela, cuento y poesía lo inspiraron a escribir algunos versos de diferentes temáticas. Lo mismo redactó sátiras, versos jocosos y epigramas humorísticos y chuscos que recitaba a sus compañeros maestros y alumnos de la institución.
La Marcha Normalista
Una de las contribuciones culturales que aportó a su alma mater, es la Marcha Normalista. Esta composición musical que aún forma parte de las ceremonias cívicas que se ofrecen en la Escuela Normal Federalizada, fue compuesta en 1934. La letra corresponde al maestro Balandrano, mientras la música es autoría del maestro y pianista Álvaro Pérez y Pérez de origen yucateco, quien además compuso una opereta navideña representada en diciembre por un grupo de alumnos de la institución.
Dice el profesor Blas Uvalle en su libro Una Hazaña Cultural. La Escuela Normal y Preparatoria de Tamaulipas que la marcha se cantó por primera ocasión en 1934, con motivo de un Festival Cultural Musical que organizaron los estudiantes de sexto grado en una escuela primaria de Nuevo Laredo, Tamaulipas. Ese año operaba en esta ciudad fronteriza una Misión Cultural Pedagógica. En esa época, con el apoyo del profesor Emilio Caballero Caballero las misiones culturales a las que pertenecieron los autores del himno, tuvieron presencia en diferentes partes de la entidad.

Definitivamente la marcha nació de la amistad entre Balandrano y Pérez, integrantes de un club bohemio que formaban un grupo de amigos, quienes se reunían en la residencia del yucateco cerca de la Plaza Hidalgo. Fue en ese lugar -8 Juárez y Zaragoza- donde surgió la idea de escribir la Marcha Normalista, como himno oficial y símbolo de identidad de los alumnos de la ahora Benemérita Escuela Normal Federalizada.
Vale mencionar que por iniciativa del director ingeniero Alfonso García Benítez, esta pieza musical sustituyó al Himno Normalista compuesto en 1925 por el profesor, político y poeta fronterizo Martín M. Herrera Barrera, con letra del profesor de música Joel García González ex alumno del plantel y maestro de Orfeón de la Normal durante varios años. A él debemos también el Himno a la Escuela Industrial Álvaro Obregón.
Marcha Normalista
Mensajeros de paz y alegría
aquí venimos a representar,
a esa fuente de luz y alegría,
que se llama la escuela normal.
Esa escuela normal tan querida,
que es del estado legítimo honor,
y juramos, nosotros, con fe y con valor,
trabajar para hacerla mejor.
Estudiantes, venid,
preparaos a entrar en la lid,
por la escuela, estudiad,
por la escuela, también trabajad.
El mensaje de amor.
que a la misma podemos dar,
es luchar con anhelo, con fe y con valor
para hacerla por siempre mejor.
El maestro Balandrano contrajo matrimonio en 1917 con Herlinda Guevara Orozco, en presencia de los testigos Lauro Aguirre, Francisco Nicodemo, Arnulfo Martínez y Antonio Guevara. Fueron sus hijos Rafael, Ramón Darío, Ana María, María Guadalupe, Herlinda y María del Refugio. Vale decir que el apellido Balandrano está estrechamente ligado a la vocación magisterial porque todas sus hijas fueron maestras. Igual podemos decir de Conchita Mendiola Balandrano, originaria de Soto la Marina donde fue maestra y puso en práctica un método pedagógico para alumnos de educación primaria.
En 1949 fue integrante de la comisión redactora de los libros de texto gratuitos de Historia y Geografía de México. Escribió varias obras de teatro didáctico representadas por alumnos de primaria y normal entre ellas Cuando a México Vayas Rosita (Revista en Prosa), Un Episodio de la Revolución Mexicana (Ensayo en Comedia) y Así se Fundó la Villa de Santa María de Aguayo (1950) en coautoría del profesor Carlos C. Zamora. Por estas aportaciones, se le considera uno de los principales promotores del teatro escolar en Tamaulipas. Falleció en Ciudad Victoria, Tamaulipas en 1957, donde se le asignó su nombre a una Escuela Secundaria.
(Bibliografía: Una Hazaña Cultural. La Escuela Normal y Preparatoria de Tamaulipas/Blas Uvalle González/ 1986; La Luz de la Educación Trasciende en Tamaulipas/Carmen Olivares Arriaga -Coordinadora-/2013; Diccionario Biográfico del Magisterio Tamaulipeco/Francisco Ramos Aguirre/2000).
(FR/AM)