A toro pasado, debo reconocer que fue un gran acierto la contratación de la arquitecta Cecilia del Alto, para desempeñar el cargo de secretaria de Obras Públicas en el gobierno panista de Francisco García Cabeza de Vaca.
Acoto y contextualizo este comentario inicial, diciendo que fue un gran acierto y de mucha utilidad, el reclutamiento de la victorense Del Alto, para los fines y propósitos de Cabeza de Vaca y su clicka, y no necesariamente para el beneficio o provecho de los tamaulipecos.

El hecho de ser victorense, de jugar como local, de ser de casa, le ha servido a “Cecy”, para contar con la comprensión, la omisión, el perdón y la justificación de la prensa y la clase política de Victoria, al grado de no ser molestada ni con el pétalo de una mención, una nota, un citatorio, una indagación o el mínimo comentario negativo sobre su paso por una de las dependencias más relevantes en el gobierno de Cabeza.
El acierto de “fichar” a Cecy para el equipo vacuno, en calidad de “firmona” y facilitadora en el negocio de la obra pública, se lo tendrán que reconocer al Contador, Reynaldo Garza, alias “Manito Rey”, quien se desempeñó como subsecretario de Obras, pero en un arreglo tipo 21, donde el dos fue primero que el uno, o, dicho de otra manera, como poder detrás del trono de su majestad Cecilia del Alto.
Manito Rey fue el personaje que confundieron con Francisco o José Manuel, ambos N, en aquel intercambio epistolar del hermano Lelo, que captaron las cámaras indiscretas del senado de la república, cuando hacían planes de “zumbarse” a una escort de no muy malos bigotes.
Manito Reynaldo fue también el novio ofendido que utilizó la fuerza del Estado, -vehículos, patrullas y agentes armados-, para amedrentar a su rival de amores, con el que disputaba los favores de una dama de la región citrícola.
Pero las andanzas amorosas de Manito Rey son pecata minuta a lado de los grandes negocios que realizó como gerente a cargo de la obra pública, ecología, desarrollo urbano y otros bisnes similares y conexos.
El botón de muestra de los grandes negocios que hizo Manito Rey es el caso de la obra del Centro de Justicia para las Mujeres en Reynosa, cuyo expediente sirvió para el proceso de desafuero de Francisco N, y que fue ejecutada bajo la figura de Vomito Negro, o sea pagado y realizado a destiempo, cuando ya se habían embolsado el dinero.
Cuando las indagaciones sobre las pillerías de Francisco N sean serias, tendrán que buscarle por el rumbo de la obra pública, indagar en los expedientes que tienen la firma de Cecilia del Alto, pero también las huellas de Manito Rey, que fue el poder tras el trono por seis años, y que es el mejor ejemplo de que a los bandidos les conviene manejarse con perfil bajo…
Manito Rey anda por el mundo de los más despreocupado… nadie lo vio y nadie lo ve.
(OD/AM)