Todo lo que se invierta en cultura creará en la mente y los corazones de nuestros conciudadanos tesoros que ninguna crisis económica podrá destruir jamás
Sergio Cárdenas
Desde que llegué a vivir a esta Victoria, he asistido lo más posible a los actos culturales. Lo he hecho por formación, por convicción y por pasión. Así fue desde niña cuando mis padres nos imbuyeron ese placer convertido en necesidad del espíritu. Por ello, cuando arribamos a esta ciudad busqué todo cuanto tuviera cultura, llevar a mis niñas a las clases en la Casa del Arte y asistir a conciertos, exposiciones y presentaciones en diversos espacios. No había mucho, pero lo que había era bueno y lo gozábamos. Eran los tiempos del médico gobernador y precisamente me tocó estar en la inauguración del Centro Cultural Tamaulipas, conocer la polémica por su construcción y después la enorme significación que ha tenido para nuestra ciudad.
Victoria tuvo el primer gran centro cultural, después vinieron otros igualmente imponentes en otras ciudades de la geografía estatal. La mayoría de los tamaulipecos no lo valora, pero Tamaulipas cuenta con una infraestructura cultural como en muy pocos estados. Una gran inversión en cultura, con espacios bellísimos a nivel de los mejores del mundo. Los monumentales centros culturales construidos por el reconocido arquitecto Eduardo Terrazas por supuesto; me ha tocado escuchar a grandes artistas nacionales e internacionales elogiar dichos espacios y felicitarnos por contar con ellos. Pero además de los grandes, igualmente significativos están los museos, galerías, bibliotecas y más de 30 casas de cultura en los municipios medianos y pequeños de Tamaulipas. También cuentan las universidades y sus nichos culturales, donde se puede dar esa forja de humanismo a través de la creación artística y la promoción cultural.
Todo eso constituye un patrimonio enorme tangible e intangible. Pues no son sólo los muros, sino lo que sucede dentro lo que hace posible el encuentro, el prodigio, la transformación humana. Porque no sólo se trata de gastar dinero en cemento, sino invertir en talento, en convivencia, en armonía. De esa dimensión son las políticas culturales, así deben entenderse y valorarse. Sin olvidar la importancia de la cultura forjada en cada individuo en cada casa, en cada comunidad y que ha definido desde tiempos inmemoriales nuestra identidad, nuestras formas de ser y hacer. Porque finalmente el más potente sustrato cultural no depende de los gobiernos, se gesta con, entre y desde la gente. Pero no podemos soslayar el apoyo institucional a los procesos, la voluntad política para hacer la inversión necesaria, un tema de gran trascendencia porque la cultura además es un factor productivo.
Siguiendo con la memoria, al término del gobierno del doctor vino el del ingeniero, quien tuvo la idea de apoyar la creación de un festival que aportara identidad, generara orgullo y brindara alegría a los tamaulipecos a través del arte y los artistas. Fue más allá, porque se convirtió en el origen de algo grande y trascendente. Más de tres décadas después podemos dimensionarlo. Después del ingeniero gobernador, varios gobiernos más le apostaron con decisión al proceso poniendo el nombre de nuestro estado en el mapa cultural de la nación. El Festival de la Costa del Seno Mexicano se convirtió en el Festival Internacional Tamaulipas, considerado uno de los más importantes del país y en los que se propició la participación de la sociedad civil a través de patronatos municipales. Sólo en un sexenio fue cancelada la gran fiesta de la cultura. Pero en el imaginario colectivo nadie pudo borrar la esencia del festival anual de nuestra entidad.
Por fortuna, el gobierno actual de Tamaulipas reanudó la tradición y volvió al nombre original, pero el sentido es el mismo: mostrar el poder de la cultura y las artes como agentes de transformación humana. Yo como siempre, he estado en la medida de lo posible compartiendo el orgullo y la alegría, lo mismo en una butaca de teatro que en una galería o en las plazas. Y me ha tocado vivirlo en diversos municipios. Todas esas memorias se agolparon en mi corazón hace unos días cuando presencié la puesta en escena de “Polvo enamorado”, un maravilloso musical con una narrativa poderosa referente a lo que somos y hemos sido en Tamaulipas. A través de las voces de fascinantes artistas y una orquesta plena de bellos acordes, los asistentes compartimos el feliz momento cantando y aplaudiendo esa música tan nuestra y tan de todos. Ojalá pudiera estar en todos los municipios.
Nuestro festival internacional está en marcha y desde aquí felicito a todos quienes hacen posible estos días memorables. Y aun cuando sabemos que la cultura no se reduce a un festival, sino que se gesta todos los días y todos los días debemos apoyar a nuestros artistas y gestores desde la sociedad y desde los gobiernos; agradecemos este oasis de paz, este regalo al espíritu. En suma, nunca olvidar las palabras de Malraux: “la cultura es lo que en la muerte continúa siendo la vida”. Y por cierto hacer changuitos para la muy próxima entrega del Nobel de Literatura donde por primera vez podría ser galardonada una mujer mexicana, tamaulipeca: Cristina Rivera Garza. Sea como sea ya ganó, ya ganamos con estar en esas tan prestigiadas listas. ¡Te abrazamos querida maestra!
(LG/AM)