La culpa suele ser uno de los sentimientos más arraigados en la cosmogonía femenina y no es para menos, desde los textos iniciales de la humanidad se dice que las mujeres tienen la culpa de algo y de todo a la vez.
En «Por mi gran culpa», Ligia Urroz cuenta una historia llena de culpa y como este sentimiento termina siendo uno de los motivos transformadores de Josefa, la protagonista de ésta, que es la nueva novela de la autora.
En el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara Urroz presentó este libro editado por Hachette, en el cual aborda, de manera ficcional, uno de los episodios más difíciles de su historia familiar.
Su trastatarabuela, que vivía en España, siendo muy pequeña es abusada por el cura de León, bajo todas las artimañas posibles de un depredador sexual, la niña queda embarazada de este personaje, uno de los más influyentes en la sociedad leonesa de la época.
La autora ha reconocido que este texto fue un descubrimiento fortuito que tuvo sobre su historia familiar, cuando descubrió, de manera accidental, que su apellido no era el que su familia había ostentado toda la vida.
Esta idea la llevó a indagar, a hacer investigaciones en España sobre qué era lo que había ocurrido con su propio antecedente y descubrió entonces que su trastatarabuela había tenido que dejar España y mudarse a Nicaragua para tratar de escapar de una de las figuras clericales más importantes de su ciudad natal.
Un libro de viajes
Una parte importante de la novela se concentra en el viaje que realiza Josefa y su hermana Dolores desde León hacia Nicaragua.
Es interesante observar cómo, ambas en su recorrido, pasan por distintos lugares como Cuba y cómo todo lo que ocurre durante el viaje se convierte en parte importante, modificando el carácter de las hermanas: Josefa, que en un inicio es una es una niña que vive constreñida por las impresionantes reglas sociales y religiosas, descubre un mundo diferente, se enfrenta a otra realidad muy lejana a la que había experimentado durante toda su infancia y comienza una especie de conciencia en donde la culpa es parte fundamental de su entorno.
Así, el cambio en la protagonista se convierte en un punto muy relevante y sirve como analogía del viaje en barco que la aleja de su realidad.
Después de experimentar la tragedia de la pérdida de la virtud y del abuso en primera persona, comienza a sentirse culpable de lo que pasó y pierde el propósito para el que ha sido educada durante toda su vida, sin embargo, esta percepción cambia cuando consigue llegar hasta Nicaragua en donde comienza realmente su nueva vida, a través incluso, de una nueva identidad.
Allí, en un entorno completamente diferente al que había experimentado anteriormente, descubre que, para ella, mentir es un hito liberador y a partir de esta experiencia comienza un camino hacia el perdón y, sobre todo, a la liberación de todo mal que la aquejaba.
La protagonista también encuentra en esta nueva vida, a través de la música, una especie de sanación pues se convierte en profesora de música y con ello una salida a su agonía pues logra reconstruir su vida, una nueva identidad y un nuevo futuro en el mundo.
Aunque el final parecería apuntar a una historia feliz y brillante, en realidad, la parte final del libro tiene un giro muy interesante que le da al texto una característica especial y que destaca al ser una parte escrita en género epistolar.
Sobre Ligia Urroz
Nicaragüense-mexicana, Ligia Urroz ha publicado novelas, ensayos y cuentos, escribe textos culturales en diversas publicaciones de circulación nacional, ha dedicado gran parte de su vida a la música y se reconoce como una eterna estudiante.
‘Por mi gran culpa’ tiene en la cuarta de forros un texto escrito por Guillermo Arriaga, quien fue uno de los primeros lectores del manuscrito y le dio a la autora algunas pautas para la escritura.









