La presidenta de México, Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, no tuvo reparos para expresar su desacuerdo con el injerencismo estadounidense en América Latina, concretamente con el amago de invasión a la República Bolivariana de Venezuela. Expresó firmemente que: “No estamos de acuerdo con intervenciones e injerencias, estamos a favor de la solución pacífica de los conflictos. Eso lo hacemos por convicción y por Constitución. Esa debería ser la posición de todos los países del hemisferio”.
Desafortunadamente, no es así. Crece el número de gobiernos de tendencia derechista que apuestan por el dominio hegemónico de los Estados Unidos en todo el continente, especialmente en los países y las regiones ricas en recursos naturales que el coloso del norte necesita para salir de la crisis que en estos momentos lo ahoga. Se trata, desde luego, de los magnates que han sido beneficiados por la explotación del hombre y el deterioro del planeta, y sus acólitos y plañideras.
Quizá por ello expresó que: “El presidente electo de Chile (José Antonio Kast) dio otra posición, pero nosotros vamos a buscar con todos los países de América Latina y de otros continentes, buscar una solución pacífica y que no haya intervención”. Las declaraciones de la presidenta son congruentes con la tradición histórica de México, el primer país en abolir la esclavitud, separar la Iglesia del Estado, realizar la primera revolución social del siglo XX y crear la constitución política más avanzada de la época.
Ese legado histórico quedó confirmado cuando el presidente Gustavo Díaz Ordaz evitó la invasión de Cuba y logró que la Organización de las Naciones Unidas adoptara los principios de la libre autodeterminación de los pueblos y la solución pacífica de las controversias, además de conseguir que todos los países del subcontinente firmaran el Tratado de Tlatelolco, por medio del cual se proscriben las armas nucleares en la región.
La guerra mediática, más exitosa que la confrontación bélica, ha impedido que dentro y fuera de los Estados Unidos se difunda el creciente descontento del pueblo norteamericano y no pocos congresistas en contra de la política agresiva del presidente Donald Trump; pero, seguramente que la razón y el derecho habrán de cundir en la nación que fue un referente en la libertad y el respeto a los derechos humanos, con hombres y mujeres lúcidos, de pensamiento evolucionado.
La presidenta Sheinbaum, adalid del humanismo mexicano, al fijar la postura de México y los mexicanos en cuanto a los amagos del vecino del norte, habla por la mayoría de quienes han elegido siempre vivir en paz y armonía, como lo demostró la más prolongada era de paz, estabilidad y desarrollo que ha conocido la humanidad, durante el siglo XX, cuando el mundo se debatía en cruentas guerras y genocidios infames, que ahora se reproducen con las víctimas como victimarios.
Claudia, por otra parte, criticó la inacción de la Organización de Naciones Unidas ante el inminente riesgo de que Washington emprenda una campaña militar contra el territorio venezolano. Así mismo, convocó al organismo multilateral a asumir su papel, para evitar que se dé un conflicto y se derrame sangre.
“Esperemos que no se dé. Hay que velar todos; el mundo entero debe vigilar para que no haya una intervención y que se encuentre una solución pacífica a cualquier controversia”, concluyó.
Por ello, ¡Viva la presidenta! ¡Vivan los valores del humanismo mexicano!









